CON NAVA, EL PAN HACIA OTRA CATÁSTROFE
Destacados militantes lo advierten: En el PAN está en riesgo de repetirse la historia del dedazo presidencial que hace año y medio llevó a la dirigencia de ese partido a Germán Martínez, a quien se endosa la debacle panista del 5 de julio. Pese al enorme vacío creado a su alrededor por sus correligionarios, César Nava se considera el ungido… Al respecto, el diputado Gerardo Priego vaticina: Si hay una nueva equivocación, se le estaría dando “el tiro de gracia al PAN en 2012”.
El sábado 11, un día después de una cena en el domicilio particular de Germán Martínez, que se convirtió en un conciliábulo con Felipe Calderón del que salió muy sonriente, César Nava se reunió, en Tlalnepantla, con consejeros del Estado de México, donde el Partido Acción Nacional (PAN) se derrumbó en las elecciones del 5 de julio.
Ante los consejeros de la entidad donde se impuso desde el CEN y la dirigencia estatal prácticamente a todos los candidatos a alcaldes y diputados –federales y locales–, Nava se ostentó ya como el ungido, tres días antes de emitirse la convocatoria oficial para suceder a Martínez en la presidencia del PAN: “Vengo a solicitarles su voto, porque es el deseo del presidente Calderón”.
Pero al contrario de lo que sucedió con Martínez hace año y medio, cuando Calderón lo designó candidato oficial a presidir el PAN –cargo al que renunció por la peor debacle en su historia–, el sello de la imposición no augura la victoria de Nava, quien también tiene el estigma de aspirante único.
Como lo anunciaran formalmente el lunes 20, cuatro días antes de que se cierre el registro de aspirantes a presidir el PAN, Ricardo García Cervantes y Humberto Aguilar Coronado, senadores, y el diputado electo Javier Corral, no se inscribirán, para evidenciar la imposición presidencial, que se busca descarrilar.
Está en marcha un plan para que Nava no alcance las dos terceras partes de los votos de los 370 miembros del Consejo Nacional, unos 244, para que, conforme a los estatutos, se convoque a otra sesión de ese órgano electivo en el que haya condiciones de equidad para competir y de libertad para emitir el sufragio.
“Al acreditarse que Nava es el candidato oficial, ha hecho que muchos consejeros y personajes relevantes del partido rechacen tener un presidente que fue ungido desde el gobierno, y si esto es así se abre la posibilidad de que no tengamos presidente el 8 de agosto”, advierte Manuel Espino, expresidente del PAN, quien precisa: “Si Nava no logra 66% de los votos de los consejeros, tendrá que emitirse otra convocatoria, abrirse otro proceso.”
–¿Sería un fracaso de Calderón?
–Sería una lección para el presidente. Y sería lamentable que ocurriera así, pero es necesario.
Pero si aún así Nava es impuesto, afirma, no tendría autoridad: “Si acaso Nava llega a ser presidente, no estoy seguro de que vaya a ser reconocido como jefe del partido. Será el que firme las actas, los documentos oficiales y tendrá la representatividad legal, pero va a ser muy difícil que sea reconocido como el jefe del partido”.
–¿Un burócrata?
–Digamos que sería como un funcionario del gobierno al frente del partido.
Ernesto Ruffo quiere
Pero más allá de ese plan, la nueva consigna de Calderón, que con Martínez se tradujo en una aplastante votación en el Consejo Nacional –con sólo 11 abstenciones de 341 consejeros asistentes y con un porcentaje de 96.77% de los votos–, no perfila un éxito para Nava, quien ni siquiera obtuvo la firma de Luis H. Álvarez para avalar su candidatura, pese a que la víspera lo acompañó en la presentación del libro Diálogo entre generaciones, que ambos compilaron.
Antes de iniciar el acto, en la librería Casa Lamm, donde se dispusieron sillas para más de 200 personas, aunque no fueron ocupadas las de los gobernadores, por su ausencia, y senadores –salvo Ramón Muñoz y Eduardo Nava, tío de César–, Álvarez evitó pronunciarse sobre el proceso interno del partido que presidió.
–¿Usted apoya a Nava? –le preguntó el reportero.
–No es el momento y el lugar para abordar ese tema.
–¿Lo va a designar Calderón?
–Ustedes conocen al partido.
–Por eso se lo pregunto.
Ya no dijo nada Álvarez, en cuyo domicilio se celebró, el martes, una cena entre varios panistas que encabeza Corral para ponderar una candidatura alterna a la de Nava. Al día siguiente, el miércoles, el anfitrión en sus oficinas de Polanco fue Santiago Creel, quien promueve al senador Aguilar Coronado.
A este cónclave asistieron, además de Espino y García Cervantes, Eugenio Elorduy y Alejandro González Alcocer, exgobernadores de Baja California, y Héctor Larios, coordinador de los diputados federales, quien, por su expectativa de ser en el futuro el prospecto oficial, decidió desistir, el jueves, de participar por estar los “dados cargados” a favor de Nava.
Esa sería, también, la razón por la que tampoco accedieron a darle a Nava su firma Blanca Magrassi de Álvarez ni María Elena Álvarez de Vicencio, las dos figuras femeninas más respetadas del PAN –ambas cercanas a Calderón–, pero tampoco se pronunciaron a su favor muchos miembros de El Yunque, como el gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva, y Cecilia Romero Castillo.
La razón: Nava está en proceso de divorcio de María Covadonga Baños Ardavín, con quien procreó tres hijos, hija de Emilio Baños Urquijo, esposo en segundas nupcias de Cecilia Romero, para quienes –como todos los militantes de esa secta– es inaceptable romper el sacramento del matrimonio.
El subprocurador Juan de Dios Castro, el embajador de México en España, Jorge Zermeño, y el añoso panista michoacano Luis Mejía son las tres únicas figuras que avalaron su registro, que se sumaron a las de Beatriz Zavala, senadora y efímera secretaria de Estado; el senador Jorge Ocejo, identificado como jerarca de El Yunque, así como Enrique Cambranis y Fernando Torres, presidentes del PAN en Veracruz y Guanajuato.
Los otros avales de Nava son Armando Salinas Torre, allegado a Diego Fernández de Cevallos; Gabriela Ruiz del Rincón, senadora felipista, así como Mariela Pérez de Tejada y Gustavo Parra, ambos candidatos derrotados en el Estado de México y que serán diputados plurinominales local y federal.
El arranque de la campaña de Nava, el viernes 17, en Aguascalientes, también resultó desastroso: De los 12 consejeros nacionales del estado sólo asistieron tres, uno de ellos el presidente estatal, Arturo González, quien está obligado institucionalmente a presidir el acto. Los otros dos fueron José Luis Novales, allegado a Calderón y aspirante a la gubernatura, y Jesús Martínez, coordinador panista en el Congreso local.
Ni siquiera estuvo presente la diputada federal electa Lourdes Reynoso Femat, hermana del gobernador, Luis Armando Reynoso, pese a que fue designada por el CEN presidido por Martínez.
En este contexto de debilidad de Nava, ha surgido el nombre de Ernesto Ruffo Appel, quien conquistó, hace exactamente dos décadas, la gubernatura de Baja California, la primera del PAN.
La propuesta de Ruffo la hizo el actual mandatario de esa entidad, José Guadalupe Osuna Millán, y desde Los Pinos, a través de Luis Felipe Bravo Mena, secretario particular de Calderón, ya se le promueve. La única condición que puso el exgobernador es que sea de “candidatura de consenso”, lo que implicaría la renuncia de Nava.
Apéndice de Calderón
Aunque Nava prometió, en su ceremonia de registro, que no sería “apéndice” del gobierno, su subordinación a Calderón está documentada: Cuando se perfilaba el fin de la gestión de Espino, acató la orden de no contender contra Martínez, hace año y medio, según reconoció en una charla con el reportero reproducida en el libro El engaño. Prédica y práctica del PAN (Grijalbo 2007).
–¿Cuándo comienzas tu campaña a la presidencia de tu partido? –le pregunté, a finales de julio del 2007.
–Eso tendrá que decidirlo el presidente.
–¿Cómo?
–Sí. Hay que esperar lo que decida el presidente.
–¿Te das cuenta de lo que dices?
Nava no captaba.
–Subordinas tu decisión a la voluntad de un solo hombre.
–Bueno, formo parte de un equipo.
–¿Pero quieres ser presidente del PAN?
–Lo decidirá el presidente –ratificó.
Ahora Nava es el candidato oficial en medio de la crisis del PAN derivada del derrumbe electoral del 5 de julio, que ha generado una convulsión interna en todo el país, al punto de que militantes de algunos estados como Guerrero y el Estado de México han considerado tomar permanentemente las instalaciones de ese partido en la Ciudad de México, como ocurre en la sede de Jalisco.
Justo el día en que se registró Nava como aspirante a suceder a Martínez, el jueves 16, se produjo una manifestación de panistas del Estado de México, como ya lo habían hecho en abril, en protesta contra las designaciones de candidatos. Inclusive estuvieron en huelga de hambre, durante nueve días, los panistas Alejandro Díaz Barriga y María de los Ángeles Flores Mata, de San Mateo Atenco.
Las reuniones y pronunciamientos entre panistas se han multiplicado no sólo para analizar quién es el sucesor de Martínez –quien logró neutralizar las críticas de su fracaso con su renuncia–, sino la reestructuración que requiere el PAN, incluyendo el Comité Ejecutivo Nacional.
Pero, salvo los senadores Aguilar Coronado y García Cervantes, nadie presentó su renuncia en la sesión del lunes 13, convocada para acordar los términos de la convocatoria al Consejo Nacional para elegir, el sábado 8 de agosto, al sucesor de Martínez, que durará en el cargo hasta diciembre de 2010.
Uno de los panistas que quiso contender contra Martínez y que desistió por la iniquidad de esa coyuntura, el diputado Gerardo Priego, lamenta que ahora quiera hacerse lo mismo con Nava.
“Si se vuelven a equivocar los consejeros en que esto parezca un acarreo antidemocrático le estaríamos dando el tiro de gracia al PAN en 2012”, dice y afirma que la militancia está molesta sobre todo porque las derrotas fueron producto de las designaciones.
“El 5 de julio fue producto de muchos errores anidados en muchos años, pero lo más fuerte fue que 80% de las candidaturas fueron designaciones. Esa es la aportación de Germán. Él entró al CEN de la misma manera y sólo logró brazos caídos.”
Y añade: “Si vuelven a repetir el método, así como ya nos llevaron al acantilado una vez, nos llevarán otra vez. La única manera es hacer una presidencia de conciliación, plural hacia fuera y de unidad hacia dentro. Pero para eso se necesitan tamaños políticos”.
–¿Nava no los tiene?
–Con Nava no pasa nada.
Inclusive, dice, hay consejeros que dicen que anularán su voto: “Desafortunadamente los panistas, que cuestionaron el voto nulo, ahora enfrentarán esa realidad. Ojalá que pueda haber vergüenza y conciencia de los consejeros y no el maiceo que sólo se veía en el PRI”.
En medio de la crisis, el domingo 10, el senador Santiago Creel emitió un documento, denominado Volver a los orígenes, en el que califica a la del 5 de julio como la peor derrota política de su historia, debido a que toleró la corrupción y el corporativismo del viejo régimen al que debía derrotar.
Otro militante que emitió otro documento fue Corral, el martes 12, después de la reunión del CEN, cuya convocatoria, reprobó, es muy irresponsable por evadir la corresponsabilidad del partido y el gobierno en la debacle. “En la autocomplacencia está el germen de todos los colapsos del poder”, sentenció.
“Haiga sido como haiga sido”
Espino, a su vez, emitió otro documento denominado Volver a empezar, en el que da por hecho que Calderón impondrá al sucesor de Martínez y, en entrevista, la mañana del viernes, asegura que hay enojo en la militancia por la unción de Nava. “No está siendo bien vista la jugada del presidente”.
–Pero Nava es, ya, el candidato oficial.
–Hay una filosofía de moda en el PAN: El “haiga sido como haiga sido”. Y bajo ese nuevo razonamiento Nava es el candidato oficial para dirigir al partido. Si en el pasado hubo o no hubo desencuentros, cualesquiera que hubiesen sido, él es el candidato oficial, ungido por el presidente Calderón.
Aclara que no tiene nada contra Nava y que él le llegó a decir que podría ser presidente del PAN. “Pero, obviamente, no así. Ser candidato oficial en el PAN, desatar una cargada desde Los Pinos a favor de Nava, no es lo que necesita en este momento el PAN para su pronta recuperación”.
Precisa: “No se trata sólo de llenar el hueco de presidente del partido, sino de tener un líder reconocido, que verdaderamente inspire respeto y confianza. Pero siempre estará en duda si lo que está planteando el presidente del partido es de su iniciativa o es la tarea que le mandaron hacer desde Los Pinos”.
Y enseguida expone que “hay posibilidades de evitar” que Nava sea presidente del partido. “¡Necesita 66% de los votos del Consejo Nacional!”.
–Pero Calderón controla 70%.
–No. Eso es lo que dice el equipo del presidente, y a eso le apuestan, como ellos mismos lo han dicho. Creen que van a poder hacer lo que hicieron para imponer a Germán. Porque en aquella ocasión ni duda cabe que hubo consejeros que, a cambio de un puesto, se alinearon, otros por temor a perder el puesto que ya tenían se alinearon.
“Creo que hoy, después de los resultados desastrosos del 5 de julio, después de haber constatado la actitud del dirigente nacional en los últimos meses, habrá consejeros que digan que sí van a apoyar a César, pero que a la hora de emitir el voto pueden no hacerlo, apoyar a otro o anularlo. Eso se puede y hay que alentarlo.”
Por ello, plantea “una campaña” que mueva a la reflexión de los consejeros: “Estoy seguro de que muchos de ellos, racionalmente, están convencidos de que es un error lo que hace el presidente. Hay muchísimos que están convencidos de que Nava no es el dirigente que hace falta en este momento”.
Según Espino, “si Nava no logra el 66%, sería hasta penoso que se vuelva a registrar” en un nuevo proceso, y Corral, García Cervantes y Aguilar “tendrían posibilidad real de ganar uno de ellos la presidencia del partido, ya sin César”.
Subraya: “Y esa es la apuesta de los panistas, que queremos un partido leal al gobierno, pero no incondicional. Los que estamos en esta actitud, que no es anti Felipe, que no es antigobierno, queremos una relación de respeto y de acuerdo. Vamos a tratar de que no tenga 66% de los votos César Nava”.
Calderón, dice, debe ocuparse más en el gobierno que en el partido: “Me da la impresión de que el presidente piensa que si él no está marcándole el rumbo al partido, éste se va a perder. No: Ya se está perdiendo el partido y se está perdiendo el gobierno por ese empecinamiento de estar al frente del partido, siendo el presidente de todos los mexicanos”.
Consciente de que sus opiniones enfurecen a quienes forman parte de la facción de Calderón, y a pregunta expresa, Espino dice que también ha escuchado que quieren expulsarlo del PAN. Y, a su estilo, reta: “Que me sepulten bien o les apesto el pueblo”.
ÁLVARO DELGADO.PROCESO.
El sábado 11, un día después de una cena en el domicilio particular de Germán Martínez, que se convirtió en un conciliábulo con Felipe Calderón del que salió muy sonriente, César Nava se reunió, en Tlalnepantla, con consejeros del Estado de México, donde el Partido Acción Nacional (PAN) se derrumbó en las elecciones del 5 de julio.
Ante los consejeros de la entidad donde se impuso desde el CEN y la dirigencia estatal prácticamente a todos los candidatos a alcaldes y diputados –federales y locales–, Nava se ostentó ya como el ungido, tres días antes de emitirse la convocatoria oficial para suceder a Martínez en la presidencia del PAN: “Vengo a solicitarles su voto, porque es el deseo del presidente Calderón”.
Pero al contrario de lo que sucedió con Martínez hace año y medio, cuando Calderón lo designó candidato oficial a presidir el PAN –cargo al que renunció por la peor debacle en su historia–, el sello de la imposición no augura la victoria de Nava, quien también tiene el estigma de aspirante único.
Como lo anunciaran formalmente el lunes 20, cuatro días antes de que se cierre el registro de aspirantes a presidir el PAN, Ricardo García Cervantes y Humberto Aguilar Coronado, senadores, y el diputado electo Javier Corral, no se inscribirán, para evidenciar la imposición presidencial, que se busca descarrilar.
Está en marcha un plan para que Nava no alcance las dos terceras partes de los votos de los 370 miembros del Consejo Nacional, unos 244, para que, conforme a los estatutos, se convoque a otra sesión de ese órgano electivo en el que haya condiciones de equidad para competir y de libertad para emitir el sufragio.
“Al acreditarse que Nava es el candidato oficial, ha hecho que muchos consejeros y personajes relevantes del partido rechacen tener un presidente que fue ungido desde el gobierno, y si esto es así se abre la posibilidad de que no tengamos presidente el 8 de agosto”, advierte Manuel Espino, expresidente del PAN, quien precisa: “Si Nava no logra 66% de los votos de los consejeros, tendrá que emitirse otra convocatoria, abrirse otro proceso.”
–¿Sería un fracaso de Calderón?
–Sería una lección para el presidente. Y sería lamentable que ocurriera así, pero es necesario.
Pero si aún así Nava es impuesto, afirma, no tendría autoridad: “Si acaso Nava llega a ser presidente, no estoy seguro de que vaya a ser reconocido como jefe del partido. Será el que firme las actas, los documentos oficiales y tendrá la representatividad legal, pero va a ser muy difícil que sea reconocido como el jefe del partido”.
–¿Un burócrata?
–Digamos que sería como un funcionario del gobierno al frente del partido.
Ernesto Ruffo quiere
Pero más allá de ese plan, la nueva consigna de Calderón, que con Martínez se tradujo en una aplastante votación en el Consejo Nacional –con sólo 11 abstenciones de 341 consejeros asistentes y con un porcentaje de 96.77% de los votos–, no perfila un éxito para Nava, quien ni siquiera obtuvo la firma de Luis H. Álvarez para avalar su candidatura, pese a que la víspera lo acompañó en la presentación del libro Diálogo entre generaciones, que ambos compilaron.
Antes de iniciar el acto, en la librería Casa Lamm, donde se dispusieron sillas para más de 200 personas, aunque no fueron ocupadas las de los gobernadores, por su ausencia, y senadores –salvo Ramón Muñoz y Eduardo Nava, tío de César–, Álvarez evitó pronunciarse sobre el proceso interno del partido que presidió.
–¿Usted apoya a Nava? –le preguntó el reportero.
–No es el momento y el lugar para abordar ese tema.
–¿Lo va a designar Calderón?
–Ustedes conocen al partido.
–Por eso se lo pregunto.
Ya no dijo nada Álvarez, en cuyo domicilio se celebró, el martes, una cena entre varios panistas que encabeza Corral para ponderar una candidatura alterna a la de Nava. Al día siguiente, el miércoles, el anfitrión en sus oficinas de Polanco fue Santiago Creel, quien promueve al senador Aguilar Coronado.
A este cónclave asistieron, además de Espino y García Cervantes, Eugenio Elorduy y Alejandro González Alcocer, exgobernadores de Baja California, y Héctor Larios, coordinador de los diputados federales, quien, por su expectativa de ser en el futuro el prospecto oficial, decidió desistir, el jueves, de participar por estar los “dados cargados” a favor de Nava.
Esa sería, también, la razón por la que tampoco accedieron a darle a Nava su firma Blanca Magrassi de Álvarez ni María Elena Álvarez de Vicencio, las dos figuras femeninas más respetadas del PAN –ambas cercanas a Calderón–, pero tampoco se pronunciaron a su favor muchos miembros de El Yunque, como el gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva, y Cecilia Romero Castillo.
La razón: Nava está en proceso de divorcio de María Covadonga Baños Ardavín, con quien procreó tres hijos, hija de Emilio Baños Urquijo, esposo en segundas nupcias de Cecilia Romero, para quienes –como todos los militantes de esa secta– es inaceptable romper el sacramento del matrimonio.
El subprocurador Juan de Dios Castro, el embajador de México en España, Jorge Zermeño, y el añoso panista michoacano Luis Mejía son las tres únicas figuras que avalaron su registro, que se sumaron a las de Beatriz Zavala, senadora y efímera secretaria de Estado; el senador Jorge Ocejo, identificado como jerarca de El Yunque, así como Enrique Cambranis y Fernando Torres, presidentes del PAN en Veracruz y Guanajuato.
Los otros avales de Nava son Armando Salinas Torre, allegado a Diego Fernández de Cevallos; Gabriela Ruiz del Rincón, senadora felipista, así como Mariela Pérez de Tejada y Gustavo Parra, ambos candidatos derrotados en el Estado de México y que serán diputados plurinominales local y federal.
El arranque de la campaña de Nava, el viernes 17, en Aguascalientes, también resultó desastroso: De los 12 consejeros nacionales del estado sólo asistieron tres, uno de ellos el presidente estatal, Arturo González, quien está obligado institucionalmente a presidir el acto. Los otros dos fueron José Luis Novales, allegado a Calderón y aspirante a la gubernatura, y Jesús Martínez, coordinador panista en el Congreso local.
Ni siquiera estuvo presente la diputada federal electa Lourdes Reynoso Femat, hermana del gobernador, Luis Armando Reynoso, pese a que fue designada por el CEN presidido por Martínez.
En este contexto de debilidad de Nava, ha surgido el nombre de Ernesto Ruffo Appel, quien conquistó, hace exactamente dos décadas, la gubernatura de Baja California, la primera del PAN.
La propuesta de Ruffo la hizo el actual mandatario de esa entidad, José Guadalupe Osuna Millán, y desde Los Pinos, a través de Luis Felipe Bravo Mena, secretario particular de Calderón, ya se le promueve. La única condición que puso el exgobernador es que sea de “candidatura de consenso”, lo que implicaría la renuncia de Nava.
Apéndice de Calderón
Aunque Nava prometió, en su ceremonia de registro, que no sería “apéndice” del gobierno, su subordinación a Calderón está documentada: Cuando se perfilaba el fin de la gestión de Espino, acató la orden de no contender contra Martínez, hace año y medio, según reconoció en una charla con el reportero reproducida en el libro El engaño. Prédica y práctica del PAN (Grijalbo 2007).
–¿Cuándo comienzas tu campaña a la presidencia de tu partido? –le pregunté, a finales de julio del 2007.
–Eso tendrá que decidirlo el presidente.
–¿Cómo?
–Sí. Hay que esperar lo que decida el presidente.
–¿Te das cuenta de lo que dices?
Nava no captaba.
–Subordinas tu decisión a la voluntad de un solo hombre.
–Bueno, formo parte de un equipo.
–¿Pero quieres ser presidente del PAN?
–Lo decidirá el presidente –ratificó.
Ahora Nava es el candidato oficial en medio de la crisis del PAN derivada del derrumbe electoral del 5 de julio, que ha generado una convulsión interna en todo el país, al punto de que militantes de algunos estados como Guerrero y el Estado de México han considerado tomar permanentemente las instalaciones de ese partido en la Ciudad de México, como ocurre en la sede de Jalisco.
Justo el día en que se registró Nava como aspirante a suceder a Martínez, el jueves 16, se produjo una manifestación de panistas del Estado de México, como ya lo habían hecho en abril, en protesta contra las designaciones de candidatos. Inclusive estuvieron en huelga de hambre, durante nueve días, los panistas Alejandro Díaz Barriga y María de los Ángeles Flores Mata, de San Mateo Atenco.
Las reuniones y pronunciamientos entre panistas se han multiplicado no sólo para analizar quién es el sucesor de Martínez –quien logró neutralizar las críticas de su fracaso con su renuncia–, sino la reestructuración que requiere el PAN, incluyendo el Comité Ejecutivo Nacional.
Pero, salvo los senadores Aguilar Coronado y García Cervantes, nadie presentó su renuncia en la sesión del lunes 13, convocada para acordar los términos de la convocatoria al Consejo Nacional para elegir, el sábado 8 de agosto, al sucesor de Martínez, que durará en el cargo hasta diciembre de 2010.
Uno de los panistas que quiso contender contra Martínez y que desistió por la iniquidad de esa coyuntura, el diputado Gerardo Priego, lamenta que ahora quiera hacerse lo mismo con Nava.
“Si se vuelven a equivocar los consejeros en que esto parezca un acarreo antidemocrático le estaríamos dando el tiro de gracia al PAN en 2012”, dice y afirma que la militancia está molesta sobre todo porque las derrotas fueron producto de las designaciones.
“El 5 de julio fue producto de muchos errores anidados en muchos años, pero lo más fuerte fue que 80% de las candidaturas fueron designaciones. Esa es la aportación de Germán. Él entró al CEN de la misma manera y sólo logró brazos caídos.”
Y añade: “Si vuelven a repetir el método, así como ya nos llevaron al acantilado una vez, nos llevarán otra vez. La única manera es hacer una presidencia de conciliación, plural hacia fuera y de unidad hacia dentro. Pero para eso se necesitan tamaños políticos”.
–¿Nava no los tiene?
–Con Nava no pasa nada.
Inclusive, dice, hay consejeros que dicen que anularán su voto: “Desafortunadamente los panistas, que cuestionaron el voto nulo, ahora enfrentarán esa realidad. Ojalá que pueda haber vergüenza y conciencia de los consejeros y no el maiceo que sólo se veía en el PRI”.
En medio de la crisis, el domingo 10, el senador Santiago Creel emitió un documento, denominado Volver a los orígenes, en el que califica a la del 5 de julio como la peor derrota política de su historia, debido a que toleró la corrupción y el corporativismo del viejo régimen al que debía derrotar.
Otro militante que emitió otro documento fue Corral, el martes 12, después de la reunión del CEN, cuya convocatoria, reprobó, es muy irresponsable por evadir la corresponsabilidad del partido y el gobierno en la debacle. “En la autocomplacencia está el germen de todos los colapsos del poder”, sentenció.
“Haiga sido como haiga sido”
Espino, a su vez, emitió otro documento denominado Volver a empezar, en el que da por hecho que Calderón impondrá al sucesor de Martínez y, en entrevista, la mañana del viernes, asegura que hay enojo en la militancia por la unción de Nava. “No está siendo bien vista la jugada del presidente”.
–Pero Nava es, ya, el candidato oficial.
–Hay una filosofía de moda en el PAN: El “haiga sido como haiga sido”. Y bajo ese nuevo razonamiento Nava es el candidato oficial para dirigir al partido. Si en el pasado hubo o no hubo desencuentros, cualesquiera que hubiesen sido, él es el candidato oficial, ungido por el presidente Calderón.
Aclara que no tiene nada contra Nava y que él le llegó a decir que podría ser presidente del PAN. “Pero, obviamente, no así. Ser candidato oficial en el PAN, desatar una cargada desde Los Pinos a favor de Nava, no es lo que necesita en este momento el PAN para su pronta recuperación”.
Precisa: “No se trata sólo de llenar el hueco de presidente del partido, sino de tener un líder reconocido, que verdaderamente inspire respeto y confianza. Pero siempre estará en duda si lo que está planteando el presidente del partido es de su iniciativa o es la tarea que le mandaron hacer desde Los Pinos”.
Y enseguida expone que “hay posibilidades de evitar” que Nava sea presidente del partido. “¡Necesita 66% de los votos del Consejo Nacional!”.
–Pero Calderón controla 70%.
–No. Eso es lo que dice el equipo del presidente, y a eso le apuestan, como ellos mismos lo han dicho. Creen que van a poder hacer lo que hicieron para imponer a Germán. Porque en aquella ocasión ni duda cabe que hubo consejeros que, a cambio de un puesto, se alinearon, otros por temor a perder el puesto que ya tenían se alinearon.
“Creo que hoy, después de los resultados desastrosos del 5 de julio, después de haber constatado la actitud del dirigente nacional en los últimos meses, habrá consejeros que digan que sí van a apoyar a César, pero que a la hora de emitir el voto pueden no hacerlo, apoyar a otro o anularlo. Eso se puede y hay que alentarlo.”
Por ello, plantea “una campaña” que mueva a la reflexión de los consejeros: “Estoy seguro de que muchos de ellos, racionalmente, están convencidos de que es un error lo que hace el presidente. Hay muchísimos que están convencidos de que Nava no es el dirigente que hace falta en este momento”.
Según Espino, “si Nava no logra el 66%, sería hasta penoso que se vuelva a registrar” en un nuevo proceso, y Corral, García Cervantes y Aguilar “tendrían posibilidad real de ganar uno de ellos la presidencia del partido, ya sin César”.
Subraya: “Y esa es la apuesta de los panistas, que queremos un partido leal al gobierno, pero no incondicional. Los que estamos en esta actitud, que no es anti Felipe, que no es antigobierno, queremos una relación de respeto y de acuerdo. Vamos a tratar de que no tenga 66% de los votos César Nava”.
Calderón, dice, debe ocuparse más en el gobierno que en el partido: “Me da la impresión de que el presidente piensa que si él no está marcándole el rumbo al partido, éste se va a perder. No: Ya se está perdiendo el partido y se está perdiendo el gobierno por ese empecinamiento de estar al frente del partido, siendo el presidente de todos los mexicanos”.
Consciente de que sus opiniones enfurecen a quienes forman parte de la facción de Calderón, y a pregunta expresa, Espino dice que también ha escuchado que quieren expulsarlo del PAN. Y, a su estilo, reta: “Que me sepulten bien o les apesto el pueblo”.
ÁLVARO DELGADO.PROCESO.
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